martes, 9 de febrero de 2010

Dónde está nuestra historia

Cuando viví fuera del país me dí cuenta de la importancia que tiene para cada uno, no sólo las personas que nos rodean, sino el escenario en donde se desarrolla nuestra vida. Ese escenario con formas, colores y olores que hacen el hábito cotidiano, que parecen escucharnos y captar nuestros sentimientos en silencio. Amamos estos seres inanimados, porque son los espectadores de nuestra vida y forman parte de una historia que parece desdibujarse cuando los tenemos lejos.

En uno de esos momentos en que, estando en Barcelona añoraba mi húmeda Buenos Aires, mi profesor de catalán trajo este artículo a la clase. Lo paso en catalán y la traducción en castellano:

ADÉU A LA CASA

La vida es el record de tots els llocs on hem viscut

Deixar-los sempre ens provoca un estrany dolor transhumant

En algun moment de la vida s´ha de deixar la casa. La vida és el record de totes las cases on hem viscut. Deixar la casa és tornar a un cert buit transhumant. Ens agradaria sentir aquell moment en què es tanca per última vegada la porta com si allà hi deixéssim una tomba egípcia improfanada i al carrer ens espera aquell hàlit adolescent en el qual una bicicleta sembla una moto i una cabanya sembla un palau.

Si no hi ha més contratemps dels deguts sempre deixem una casa per millorar. Però a l´hora de prendre la decisió, el passat ens sembla millor que el futur, potser perquè el passat és ple de nosaltres i el futur només és una promesa. Anem a casa del notari a vendre i allà hi veiem per primera vegada la cara del que ocuparan els nostres records. ¿Tindran el mateix tacte que nosaltres? ¿Seran sorollosos o discrets? ¿Regaran les plantes de la terrasa o l´ompliran de fum de barbacoa? Nosaltres ens en anem i ells arriben. Hauriem d´advertir-los dels petits secrets de la casa que tant hem estimat. Ara ens adonaem de la importancia de les esquerdes del sostre, aquelles que de vegades semblaven una serp, o un ogre, o un conillet espantat. Comencem a trobar a faltar la pintura vella i els esvorancs de la humitat, perquè eren el reflex del pas dels dies. La casa nova on anem està pintada d´incertesa i encara no té la nostra ombra.

Quan el temps fa resum, tendim a la indulgencia. Aquella indulgencia que ens porta a amnistiar la rajola que es belluda, el Generalife de la cisterna del lavabo o la remor de les baralles dels veïns. Mirem enrere i viem que la sala d´estar ja no té res del que ens convidava a estar-hi. De l´habitació conjugal han caigut els cuadres i, en lloc seu, hi ha aparegut rectangles de llum i de misteri. A sota el llit hi aparéix un terra net i pulquèrrim; ès el rastre de tot l´amor que hi hem fet i de tots els sommis que s´hi ha celebrat.

Mai no som tan possessius amb les nostres coses com quan hem de carregar-les i ajudar-les a reinéixer en una altra casa. Només ara, quan estem creant buit, ens adonem de tot el que realment ens sobra.

La mandra de l´esforç del cargol.

La pressa perqué tot s´acabi d´una vegada i la nova casa comencé a penetrar pels sentits.

La sensació de pillatge. El dolor de ser infidels a un espai que ens ha acompanyat durant tant de temps.

I en el fons de tota mudanza un misteri: ¿com és que sempre es perden tantes coses en una mudanza?

Joan Barril, B y N Dominical, El Periódico de Catalunya (juny de 2001)

ADIÓS A LA CASA

La vida es el recuerdo de todos los lugares dónde hemos vivido.

Dejarlos siempre nos provoca un extraño dolor transhumano

En algún momento de la vida se debe dejar la casa. La vida es el recuerdo de todas las casas dónde hemos estado. Dejar la casa es volver a un cierto vacío transhumano. Nos gustaría sentir aquel momento en qué se cierra por última vez la puerta como si allá dejáramos una tumba egipcia no profanada y a la calle nos espera aquel hálito adolescente en el cual una bicicleta parece una moto y una cabaña parece un palacio.

Si no hay más percance de los debidos siempre dejamos una casa por mejorar. Pero a la hora de tomar la decisión, el pasado nos parece mejor que el futuro, quizás porque el pasado está lleno de nosotros y el futuro sólo es una promesa. Vamos a casa del notario a vender y allá vemos por primera vez la cara de los que ocuparán nuestros recuerdos. ¿Tendrán el mismo tacto que nosotros? ¿Serán ruidosos o discretos? ¿Regarán las plantas de la terraza o la llenarán de humo de asado? Nosotros nos vamos y ellos llegan. Deberíamos de advertirles de los pequeños secretos de la casa que tanto hemos querido. Ahora nos damos cuenta de la importancia de las grietas del techo, aquellas que a veces parecían una serpiente, o un ogro, o un conejito asustado. Empezamos a echar de menos la pintura vieja y las manchas de la humedad, porque eran el reflejo del paso de los días. La casa nueva dónde vamos está pintada de incertidumbre y todavía no tiene nuestra sombra.

Cuando se resume el tiempo, tendemos al perdón. Aquella indulgencia que nos trae a perdonar la baldosa que se pone peluda, el General de la cisterna del lavabo o el rumor de las peleas de los vecinos. Miramos atrás y vemos que la sala de estar ya no tiene nada del que nos invitaba a permanecer allí. De la habitación conyugal han caído los cuadros y, en lugar suyo, ha aparecido rectángulos de luz y de misterio. Debajo la cama aparece un piso limpio y muy pulcro; es el rastro de todo el amor que hemos hecho y de todos los sueños que se han celebrado. Nunca somos tan posesivos con nuestras cosas como cuando debemos cargarlas y ayudarlas a renacer en otra casa. Sólo ahora, cuando estamos creando vacío, nos damos cuenta de todo el que realmente nos sobra.

La pereza del esfuerzo del caracol.

La prisa porque todo se acabe de una vez y la nueva casa comience a penetrar por los sentidos.

La sensación de sorprender. El dolor de ser infieles a un espacio que nos ha acompañado durante tanto de tiempo.

Y en el fondo de todo traslado un misterio: ¿cómo es que siempre se pierden tantas cosas en una mudanza?

Se lo dedico a todos aquellos que tienen parte de su historia anclada en un lugar lejano.

Fiona

1 comentario:

  1. Holas! Me gustó mucho el texto, me vienen bien este tipo de reflexiones ya que con mi pareja hemos tomado la decisión de irnos lejos de casa, una decisión que no fue nada fácil para mi, y que por más que aún nos queden un par de años junto a nuestros seres queridos, el pensar que vamos a estar un largo tiempo sin vernos me duele.

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